20110822

A veces es complicado entenderse a uno mismo ya sabiendo que te entendés. A veces las cosas no salen como uno quiere o tal vez así las quería. A veces uno quiere crecer siendo sólo un simple niño. A veces la gente se contradice. 

Se encontraba boca abajo en el piso de su recamara esperando que el mundo se le desmorone ensima y asi morir. Si moría no moriría en paz, su mente repleta de pensamietos le decía no.
Sabía que era imposible que el mundo se caiga sobre ella pero sentía que también era imposible lograr sus objetivos. O le faltaba coraje o no le ponía entusiasmo a cambiar las cosas de una vez por todas.
No le faltaba nada al parecer ¿O si? .
Necesitaba un cuerpo perfecto, figura perfecta, mente perfecta, inteligencia superior. Pura basura. Necesitaba ser libre de ella misma y del mundo. Hacer las cosas a su manera y poder soltar lo que piensa en el momento que lo piensa, no guardarse frases ni palabras ni gestos ni sus propios pensamientos. Tal vez eran estúpidos. 
No tenía la vida suficiente como para hacerla interesante y poder decir algo coherente de sus ideas. Los demás siempre iban a ser mejor que ella, siempre. Siempre iban a decirle "te entiendo" "ya pasé por eso" "ya va a pasar" "no seas tonta, no pienses así". Y los odiaría más y más. 
Pero basta, siempre anda pensado en los demás sin darse su propio lugar, HOLA ESTOY ACÁ. 
Quiero esto esto y esto, bueno lo voy a hacer chau mundo. Pero todo se desmoronó un día.
Ella fue a ese lugar que nunca le gustaba nombrar y vio a esa persona que nunca le gustaba nombrar y esa persona le dijo algo feo, algo inentendible, algo estúpido sin sentido. Pero le dolió. Pensó en los demás y pensó demaciado. Se le pasaron millones de cosas por la cabeza.
Podría conocer a alguien nuevo e interesante y que todo cambie, podría salir corriendo y tropezar con un hombre que le gustase. Podría correr a anotarse en un curso que le guste. Cantar bailar toser llorar reir. Podría hacer cualquier cosa para que eso que le dijeron se le fuera de la cabeza por completo y no le duela tanto y no le diera importancia... 
Pero no pudo, no pudo pensar nada hasta llegar a su casa y ponerse a pensar que ya no era nadie. Ya no servía para nada. Nadie le reclamaría nada nunca, ni su propia muerte... ¡Claro!
Si se matara a nadie le importaría, ¿a sus amigos? no, porque no tenía amigos, a sus padres tampoco porque tenían tantos problemas que se habían olvidado de ella y a quién más entonses, a su compañero imaginario que nunca iba a encontrar con las actitudes que tenía.
Entonses era eso. Esa era la perfecta y sensacional solución. Lo único que antes le faltaba era el coraje que ahora si existía en su corazón. Y fue a su recamara se tiró de boca al suelo, reflexiono su idea le llegó el coraje no le importo en absoluto el mundo, de una vez por todas los demás ¡no le importaron!. Tenía el cuerpo perfecto, la mente perfecta, libre de pensamietos.
Buscó sus medicamentos de porquería que le hacían tomar y sin pensarlo dos veces tomó el frasco completo con un buen vaso de agua y esperó. Ni siquiera una hora ni treinta minutos. 
Bastaron veinte segundos para que al fin lograra su objetivo. Para no pensar en los demás, ni en el mundo, ni es sus problemas ni en nada. 
Para morir, en paz.

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